Supongamos por un momento que después de ser recibido y abrazado por su padre, el hijo derrochador (pródigo) hubiera dicho: Papá; vine a verte porque… porque; ¡Necesito más dinero! ¿Hubiera el padre respondido; hagamos una gran fiesta? Seguramente que no; porque Jesús estaba enseñando centralmente sobre el arrepentimiento del pecador