Conocer la Verdad no es resultado del esfuerzo humano, sino de la gracia de Dios en Jesucristo. Es Dios quien se ha esforzado en revelarla, preservarla y mantenerla al alcance de todo hombre. Pocos la obtienen. Una vez alcanzada, pareciera natural y fácil compartirla, pero igualmente, muy pocos lo hacen.