El Poder del Evangelio y el Discípulo

El Poder del Evangelio No Está en el Escándalo, Sino en el Mensaje

Líder cristiano: ¿Cómo estás predicando el Evangelio?

En algunos círculos cristianos se ha vuelto común pensar que, al igual que con la oración, cuanto más se hable o se grite, mayor será la respuesta divina. Esta lógica se ha trasladado también a la predicación evangelística, donde se usan tonos amenazantes, gritos exaltados, golpes en el púlpito, dramatizaciones excesivas, e incluso actos como lanzar la Biblia al suelo o convulsionar en el escenario.

Muchos piensan que estas expresiones emocionales tienen poder para convencer a los oyentes. Pero la verdad es que el poder está en el mensaje del Evangelio, no en el espectáculo del predicador.


El mensaje del Evangelio no necesita adornos

Para anunciar eficazmente las buenas nuevas, hay cinco elementos esenciales que siempre deben estar presentes. Cuando estos son proclamados con claridad, no se necesita alboroto:

  1. Dios se hizo hombre en la persona de Jesús.
  2. Jesucristo murió en la cruz para pagar el precio del pecado.
  3. Fue sepultado, pero resucitó al tercer día, según las Escrituras. Sus discípulos lo vieron vivo, como testificó Pedro:
    «Nosotros que comimos y bebimos con Él después que resucitó de los muertos» (Hechos 10:41).
  4. Es indispensable el arrepentimiento de los pecados.
  5. Es imprescindible creer en Cristo resucitado como único Salvador.

Este mensaje, proclamado con claridad, sencillez y autoridad espiritual, es poderoso por sí mismo. No necesita artificios. El Evangelio transforma vidas cuando es anunciado con fidelidad.


El fruto viene del Espíritu, no del ruido.

Jesús dijo:
«Yo os elegí y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto» (Juan 15:16).

Tú, líder cristiano, fuiste llamado para predicar el Evangelio, no para impresionar con emociones, sino para producir fruto eterno. Es el Espíritu Santo quien convence de pecado, justicia y juicio. El mensaje y el mensajero, bajo su dirección, son suficientes.


Dos claves para ser un mensajero eficaz.

Si deseas ser un instrumento útil en las manos de Dios, aquí tienes dos principios esenciales:

  • Mantén una comunión diaria y genuina con Dios.
    Tu autoridad espiritual fluye de tu intimidad con Él.
  • Sé dócil a la dirección del Espíritu Santo.
    Él guía, enseña y te da poder para testificar con sabiduría y gracia.

Conclusión

Líder, recuerda: el Evangelio es poder de Dios para salvación (Romanos 1:16). Anúncialo con reverencia, claridad y compasión. No necesitas el ruido del mundo para proclamar la paz de Dios.


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Dios les use y bendiga.

M. F. Verde.

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