¿Arreglar Vidas o Predicar El Evangelio?
¿Qué es primero?
¿Arreglar vidas o predicar el Evangelio?
Existe una tendencia sutil que resta buenas oportunidades de presentar el Evangelio y hasta es motivo de que algunos que se acercan a la iglesia, buscando una opción para solucionar sus problemas, se retiren frustrados, porque lejos de ser ayudados; son heridos, y a pesar de que en la iglesia se predica la Palabra del Dios de amor, muchas veces no tienen la capacidad de discernir su verdadera necesidad y tampoco alcanzan escuchar el grito de auxilio de sus almas.
Estoy hablando de la tendencia de arreglar vidas antes que presentar el Evangelio.
Es decir; para los varones: no se vista de esa manera, no utilice ese tipo de camisetas, no hable de ese modo, córtese el pelo, rasúrese, no use ese peinado. Para las mujeres: no se pinte de ese modo, no utilice ese tipo de joyas, no se recorte el cabello, no venga a la iglesia vestida de ese modo. Ya no fume, no vuelva a tomar, no siga usando drogas, no baile, no vaya al cine, no vea televisión, no juegue a la lotería, cásense primero, y la lista puede crecer y crecer.
Es como si alguien hubiera mandado a la iglesia: “¡Vayan por todo el mundo y arreglen el mayor número de vidas que puedan” !-¡Pongan esas vidas en orden!
Si habláramos de cosas; es seguro que uno puede arreglarlas. Ponerlas en orden tomará muy poquito tiempo y trabajo, pero al fin se arreglan u ordenan. Las cosas no tienen sentimientos, ni voluntad, ni costumbres; entonces no pueden resistirse, incomodarse; ni tampoco pueden ser heridas u ofendidas.
Las personas son mucho más complicadas. Cuando alguien trata de intervenir en su estilo de vida para señalar sus errores, se defienden, argumentan, se resisten y finalmente muestran sus preferencias haciendo uso del derecho que les asiste de vivir como les place. Aunque en lo profundo de su alma deseen salir del enredo en que se encuentran, normalmente no están dispuestos a aceptar que de entrada se les señale lo que están haciendo mal, lo que tienen que corregir o lo que tienen que hacer.
En casos así, hay que decidir si se comienza por intentar arreglar su vida (lo cual demandará señalar sus malas costumbres y decirles cómo deben ser y actuar); o primero se les presenta el Evangelio de gracia para que sus pecados sean perdonados y vengan a ser salvos.
Nunca debemos olvidar que la verdadera necesidad de las personas es espiritual y no se soluciona con un simple arreglo de su forma de vida. Ellos requieren la regeneración. Esto significa nuevo nacimiento; ser hechos de nuevo; y eso sólo Dios lo puede hacer. ¡Dios no repara, Dios crea una nueva criatura! Según 2 Co 5:17. Dios no reacomoda, ni parcha, ni remienda, Él hace de nuevo a la persona por dentro.
Arreglar una vida es como poner un parche, hacer un remiendo; disimular la falta, improvisar una solución. El mal estará ahí pero encubierto. Eso es precisamente lo que Jesús no hizo con la clase farisea que no era mejor que cualquier Barrabás de su época ni de la nuestra. Realmente el pecado de aparentar piedad no es menos grave para Dios que el de demostrar con uso de flagrancia que uno es mentiroso, drogadicto, borracho, adultero, o ladrón. Jesús dijo: – “El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos”. Rehusando así, cualquier intento de reparar sus vidas. Eso sí; siempre estuvo listo hasta altas horas de la noche para recibir a cualquier fariseo como Nicodemo que viniera abriendo su corazón a la Palabra de Dios, para predicarle el Evangelio de Gracia. Lo que realmente necesitan las personas es nacer de nuevo -le dijo Jesús a Nicodemo-. De nuevo no intentó arreglar su vida sino que naciera de nuevo. Si la persona escucha primeramente el Evangelio y cree en el Hijo de Dios, será salvo: Posteriormente el ministerio del Espíritu santo, la asimilación de la Palabra de Dios, el trabajo pastoral cuidadoso, y el discipulado amoroso de algún hermano o hermana según sea el caso, darán como resultado un estilo de vida diferente y opuesto al del momento del encuentro con Jesucristo. Solo que esto puede tomar varios años y demanda mucho amor, paciencia, y constancia del creyente y de la iglesia para llevarlo a la madurez de carácter.
Arreglar vidas; es decir: que adquieran una conducta aceptable para que después acepten a Cristo, puede producir muchos más “Iscariotes” de los que uno puede imaginarse. Todo mal estilo de vida procede del interior del hombre. Barnizar una vida con una nueva conducta no soluciona nada; al contrario, la empeora.
Es innegable que los que necesitan a Cristo necesitan también algún arreglo en su estilo de vida; no es raro, simplemente porque vienen del mundo; solo digo que en vez de empezar por arreglar sus vidas; primero presentemos el Evangelio. Por si tal vez quiera Dios hacerlos de nuevo.
Dios le bendiga…Pastor Verde
1 Comment
Totalmente de acuerdo, de verdad necesitamos enfocarnos correctamente en lo que Dios nos manda a hacer hoy en favor de la sociedad. Hacer lo que nos corresponde y no lo que le corresponde a otros. Por ejemplo al Espíritu Santo, quien en su ministerio nos guiará a toda verdad, a todo lo que es bueno.